
Ocurrió en Quilmes. Juan Schandor, un hombre de 71 años aquejado de un cáncer terminal, era llevado a una empresa funeraria tras pasar un par de horas en la morgue del Sanatorio Urquiza, donde había estado internado. Un médico certificó que estaba muerto: se equivocó. El muerto estaba vivo.
El paciente volvió a ocupar una cama en el sanatorio y sus parientes radicaron una denuncia judicial por presunta mala praxis.