En 2007, ya enfermo y poco antes de morir, James Cade le dijo a su antiguo alumno y amigo, el cordobés Luis Juncos: “Quiero que quedes a cargo de mi laboratorio”. Se refería al laboratorio de Nefrología de la Universidad de Florida, en Gainesville, EE.UU. Nada menos que el lugar en donde el médico y científico estadounidense inventó y desarrolló –entre otros logros– el Gatorade, una de las primeras bebidas energéticas, de las más vendidas del mundo.
En ese entonces, hacía ya 30 años que Juncos había vuelto a Córdoba, tras un exitoso paso en aquel país durante su formación como internista, primero, y como nefrólogo e investigador después. Le explicó a Cade que ya no volvería a EE.UU. y, por lo tanto, no podría cumplir ese deseo. Transcurrió un largo período de insistencia, hasta que el estadounidense finalmente se convenció y decidió que si Mahoma no iba a la montaña, él se la enviaría: donó todo su laboratorio a la fundación que lleva su nombre, creada y dirigida por Juncos en barrio Villa Siburu, a metros de Colón y Sagrada Familia.
La Universidad de Florida pagó el traslado. Los equipos llegaron hace un año pero recién ahora están listas las obras necesarias para el montaje.
Para atletas. Cade era profesor de la Universidad de Florida cuando comenzó a investigar cómo ayudar a los jugadores del equipo de fútbol de la universidad (Florida Gators) que, por el calor y la humedad de la zona, se deshidrataban con mucha facilidad. Tras descubrir las sustancias que se perdían y que no eran reemplazadas con facilidad por el cuerpo, inventó una bebida que las contuviera: Gatorade. Hoy, se vende en más de 80 países, y es propiedad de la Pepsi. Pero sólo en 2007 le significó a la Universidad de Florida 110 millones de dólares por regalías.
Además de médico, Cade fue biólogo, científico, inventor, violinista y filántropo. Juncos lo conoció a comienzos de los ‘70, cuando trabajó con él a la Universidad de Florida. Antes, el cordobés –egresado de la UNC– había completado su formación como internista en la Universidad de Stanford, y la residencia como nefrólogo en la prestigiosa Mayo Clinic de Rochester, Minnesota. Cade fue para él un maestro, guía y modelo.
En 1977, Juncos decidió volver a Córdoba pero la relación con Cade se mantuvo. Y en 2004 bautizó a la fundación con el nombre de James Robert Cade.
Ensayos. La fundación funciona en un piso del Instituto Privado de Especialidades Médicas (Ipem), dirigido por Juncos. El nuevo equipamiento permitirá apuntalar el trabajo de investigación –en especial básica– que realizan sobre mecanismos de hipertensión arterial, particularmente los mecanismos renales, y sobre daño renal crónico. También se sigue una nueva línea de búsqueda de ciertas moléculas relacionadas con el autismo. Los ensayos se realizan en ratas y conejos. En el lugar trabaja un equipo de investigadores –dos de ellos becarios de Conicet– y algunos estudiantes.
La obra para albergar el nuevo laboratorio fue financiada “mayoritariamente con mis 50 años de ahorro”, dice Juncos.
Cuando recuerda las adversidades que atravesó, se emociona al ver el sueño cumplido, a sus 72 años: “Una de las experiencias más tristes para un maestro es ver que brillantes jóvenes argentinos buscan horizontes en otro país. El fracaso es nuestro. Por eso quiero proveer el ámbito adecuado para que desarrollen sus potenciales los que sueñan con la excelencia en la Medicina”.
Juncos es también profesor consulto de la UNC, miembro del Consejo de Evaluación Ética de la Investigación en Salud (Coeis), y ex presidente de prestigiosas asociaciones científicas, como la Sociedad de Investigación Clínica de Córdoba.
Inauguración
Miércoles. La presentación de la nueva sede y del laboratorio de la Fundación James Cade se realizará el 14 de septiembre a las 19.30. Será en Pedro de Oñate 253, barrio Villa Siburu, a metros de Colón y Sagrada Familia.
La Voz