El agua ingresó al humilde barrio La Milka, infundándose, ubicado en el límite sur de San Francisco.
Desde el último lunes las precipitaciones prácticamente no paran, ya cayeron 212 milímetros.
Algunos vecinos equiparon de ladrillos y troncos para alejar lo más alto posible del piso a los muebles de la casa, otros debieron tapiar las aberturas del hogar con bolsas llenas de arena y rogar para que el agua no avanzara.
A pesar del ofrecimiento municipal, pocos aceptaron ser evacuados. La razón que esgrimieron fue la necesidad de cuidar sus pertenencias.
La mayor parte de los residentes se tomaron con resignación la inundación, aunque reconocieron que crecidas como la de ayer no son comunes.
Tomaron la inundación como una circunstancia más de su pobreza.
